domingo, 26 de mayo de 2013

Diarios de la calle

Esta película que vimos en la clase de didáctica, cuenta la historia real de como una profesora recién salida de la facultad encara su primer puesto de trabajo en un instituto. Es destinada a uno, en el que por una ley reciente, han tenido que integrar a alumnos de barrios diferentes, y por consiguiente de etnias y culturas muy diversas, asunto este muy común en algunas ciudades de Estados Unidos. Todo esto crea un clima de hostilidad en el colegio, puesto que estos alumnos tan diferentes, tienen luchas en sus barrios entre bandas, trasladando sus enfrentamientos al centro.
Le toca la clase de alumnos “más lentos”, con chicos totalmente enfrentados y conflictivos, pese a lo cual, encara su labor con mucho entusiasmo.  Se encuentra con una clase totalmente desmotivada, al principio, empieza a enseñar al modo tradicional, luego adapta su metodología buscando relacionar su asignatura con cosas que pueden motivar a su alumnado. Pero hay un punto en la película, que cambia el chip, es como si se replanteara todo lo aprendido, es el punto en el que se plantea que tiene que conocer que pasa en su aula, ¿por qué sus alumnos no quieren aprender? ¿Qué les pasa por la cabeza? ¿Cuáles son sus problemas?
En el centro, estaba prohibido hablar de asuntos problemáticos, como peleas, tiroteos, etc., pero ella desobedece, busca recursos para que aprendan y al encontrarse sin ningún apoyo, no se rinde y toma un camino distinto y contracorriente.
Encuentra algo que les motiva, y que hace que supere los límites razonables que se le exigen a una profesora, muy pocas personas buscarían trabajo para pagarle las cosas a otras personas, les estaba regalando su tiempo y su dinero, lo que le costó hasta la pérdida de su pareja. Si se hubiera ceñido a las normas, y al sistema establecido, no hubiera cambiado nada, pero lo consiguió contra toda oposición. Consiguió mejorar la vida de sus alumnos, e implantar su metodología en otras aulas, logró modificar lo que parecía imposible que cambiara.
No aparece de donde vino esta metodología de diarios personales, si esto lo estudió en la carrera o lo pensó ella misma, lo que sería interesante averiguar. Puesto que muestra una gran creatividad, y despertó el interés de sus alumnos de una manera extraordinaria, creó una familia dentro de su aula, un clima de empatía, donde las diferencias no importaban y todos podían contar con todos. Los alumnos aprendían sin darse cuenta, se esforzaban más que cualquier persona con orígenes menos humildes, puesto  a ellos se les exige más ya que tienen que lidiar con un entorno poco favorable.
La institución los había catalogados de no válidos, pero ella confió en ellos e hizo que su autoestima subiera, y es que si todo el mundo te dice que no vales acabas por creértelo.

lunes, 13 de mayo de 2013

¿Se puede ser maestro antes de ser maestro?

¿Quién no ha enseñado algo a alguien, alguna vez? ha transmitido ese conocimiento a otra persona, ya sea porque lo quisiera saber por curiosidad o necesidad. Se puede ser maestro antes de ser maestro, de hecho ha habido maestros a lo largo de la historia que lo único que hacían era difundir su conocimiento, ya que este era muy apreciado porque  pocos tenían acceso a él, normalmente, solo la gente pudiente. Ya el modo en que enseñaran, o si resultaba interesante la clase era tema aparte, porque el mero hecho de tener acceso al conocimiento se tomaba como una suerte y un privilegio. Como requisito necesario lo único que necesitaba el maestro, era saber más que los alumnos, y así ha sido hasta hace relativamente  poco, aunque haya muchos que se empeñen en que esto siga así.
Entre esta gente erudita siempre ha habido buenos maestros, esto no es patrimonio de la actualidad, que se preocupaban por sus alumnos, que tenían en cuenta sus fortalezas y sus debilidades y los trataba como personas en su conjunto. Que pensaba la mejor forma de impartir sus clases y que resultaran amenas e interesantes, enseñándoles a aprender y a descubrir, esto no es solo patrimonio de hoy en día.
Es lo que se llama vocación, el maestro al igual que en otras profesiones la necesita, claro que se puede ser maestro sin ella al igual que médico, no se los demás, pero si me dan a elegir yo prefiero que me atienda un médico que la tenga.
La vocación es el primer paso, pero esta es como el talento, que sin trabajo no sirve de nada, esta vocación y motivación tiene que ser orientada hacia un fin, dotar al maestro en potencia de una buena base donde luego se asiente la práctica de la docencia. Pero pese a todo, esta es nuestra mejor arma, con la que nos defendemos al final, en forma de convicciones, ideales, valores y creatividad que son los que al final salen a la luz. Esto se refleja en los estudios de Lacey, en donde las opiniones pedagógicas de los alumnos de una carrera de maestro son las mismas antes y después, porque en el fondo educamos como somos.
En conclusión, para ser maestro hay que partir de una muy buena motivación para cumplir con tu labor lo mejor posible, añadirle una base consistente en cuanto a teoría y para rematar la receta de un buen docente, querer aprender siempre todos los días tener curiosidad e inquietudes  por mejorar y adaptarse, ya que un buen maestro empieza por ser buen aprendiz.